Pintura de Norma Ascencio -2006 |
Autor: Ps. Carolina Pautasso
El enojo es la respuesta de
una persona ante una situación de decepción
o frustración.
Nos enojamos cuando
el deseo; en lugar de realizarse se encuentra con un obstáculo… una promesa
incumplida, una decepción de amor, una demora que genera ansiedad , un corte de
tránsito cuando estamos apurados por llegar al trabajo; indican que no todo se
produce acorde a nuestras intenciones. Lo
esperado, puede no ocurrir.
Es por eso que puede entenderse al enojo como una contracara del dolor. En el fondo de cualquier
expresión de enojo hallamos dolor y angustia. Justamente una de las funciones
del mismo es protegernos contra la angustia.
Ante cada situación de frustración producimos
conclusiones reales o fantaseadas acerca de la causa y lo que la generó y
evaluamos si existe una situación adversa o no.
El espectro es muy variado. Desde las personas que
imaginan que todo lo que les ocurre es a propósito, que existe un objetivo
claro y hasta planificado de ser objeto de daño; otras, en cambio, visualizan un
destino empecinado en la figura de otro que obstaculiza la garantía de sus
logros e intenciones; hasta el sentimiento de
aceptación resignada como quien
quiere ir a la playa en el mismo instante en que se larga a llover.
El modo de actuar ante ello dependerá de cada individuo;
de las experiencias significativas que haya vivenciado y las herramientas
simbólicas con las que cuente.
Ahora bien :¿Cuáles
son las formas de actuar frente al enojo?
Lo calmamos: Ejercemos una descarga a nivel a nivel fisiológico.
( incluye todo lo que implique una acción motriz sin llegar a la violencia
física)
Lo suprimimos: Bajo esta concepción el enojo debe evitarse.
Detrás de toda evitación se esconde un temor… a que el ser querido reaccione
mal, o el vínculo directamente se disuelva. Produce al respecto cierta calma el
experienciar que la manifestación de enojo no implica el punto final de una
relación sino que es una parte más de ésta.
La evitación favorece la acumulación de tensión agresiva,
hasta el momento en que “la gota rebalse
el vaso, ” se producirá, entonces, una gran catarsis, donde el individuo,
tomado por el enojo, no expresará su
malestar actual sino reproducirá todos los malestares en su momento
“suprimidos” desde el principio de los tiempos.
Lo expresamos: Le hacemos saber al otro
el impacto que su acción produjo en nosotros, lo que sentimos a causa de lo que
hizo. De este modo nos acercamos a la verdadera motivación; el dolor o
frustración sentidos, y nos liberamos de ese enganche que sostenemos y nos
daña.
La
comprensión de lo ocurrido facilitará la construcción de acuerdos y acciones
reparadoras.
Dice un dicho popular que “ hablando la gente se entiende”.
El psicoanálisis dirá que la palabra posee un efecto liberador ya
que “el verdadero dolor es
indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso
significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin
paliativos, lo primero que te arranca es la
palabra” (Rosa Montero)
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